En este capítulo del libro el Dr. Luis Aliaga y Dr. Rubén Martínez realizan una explicación sobre el tema del dolor asociado a la endometriosis.

El dolor pélvico crónico, cíclico o continuo, a menudo tiene difícil diagnóstico y tratamiento e implica numerosas visitas a médicos y una progresiva frustración en el paciente que ve afectada su vida en todos los ámbitos, sexual, social y laboral. Se presenta en la zona situada por debajo del ombligo y entre las caderas. Se considera crónico cuando dura seis meses o más. Puede tener varias causas, las más frecuente es que sea un síntoma de otra enfermedad como es el caso de la endometriosis pero también puede ser una afección en sí mismo.

Para entender por qué tenemos dolor resulta útil conocer el soporte anatómico del mismo. A su vez este conocimiento ayudará a plantear estrategias terapéuticas mínimamente invasivas (como el bloqueo del plexo hipogástrico superior o la neurolisis percutánea) cuando las demás opciones han fracasado.

La inervación de las estructuras de la pelvis es doble: depende del sistema nervioso de relación y del sistema nervioso autónomo (simpático y parasimpático). Las fibras simpáticas se originan en los segmentos T11-L2 (últimas vértebras dorsales y primeras lumbares) y dan lugar a los plexos hipogástricos superior, medio e inferior. De ellos par¬ten fibras hacia recto, región uterovaginal y vejiga.

Los plexos ováricos inervan a los mismos así como a las trompas de Falopio y ligamentos anchos. Las fibras parasimpáticas por su parte, originadas en el plexo sacro (raíces S2, S3, S4) dan lugar a los nervios erectores y a través del plexo hipogástrico, envían fibras al útero y la vagina.