El té verde tiene hasta 100 veces más de vitamina C que un alimento y también 25 veces más de contenido de vitamina E.

A la progresiva devoción por el consumo de esta planta en Occidente, milenario en la cultura oriental, se suman científicos de distintos países que se han reunido estos días en un congreso mundial para debatir sobre la relación cada vez más demostrada entre el té y la salud.

Las tres epidemias del siglo XXI, las patologías que más morbilidad y mortalidad generan en el mundo desarrollado, encuentran en el té y sus diferentes variedades, pero sobre todo en el verde, una sólida arma terapéutica que puede coadyuvar a la efectividad de los tratamientos convencionales.

El III Congreso Mundial Té y Salud, que hasta ayer se celebró en Dubái, se convirtió en foro de los profesionales sanitarios, compañías farmacéuticas, empresas de suplementos alimenticios, de cosmética, veterinaria, investigadores y la propia industria del té para impulsar la relación entre este producto y la salud.

El reconocimiento terapéutico y el desarrollo del consumo están ligados, precisamente, a la expansión económica del sector que produce y comercializa el té en el mundo, explica Jorge Cruz, médico naturista y vocal de estos especialistas en el Colegio Oficial de Médicos de Las Palmas.

Algunas de las ponencias de este congreso han analizado la relación entre el consumo de té verde y el síndrome metabólico, el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas (como el alzhéimer y otras demencias).

Para todas ellas, y otros trastornos que también se abordaron en el foro internacional, como la endometriosis, la terapia con té verde se sustenta en dos de sus cualidades básicas: su gran contenido en sustancias antioxidantes por su potencial en vitaminas C y E y la alta presencia de polifenoles (componentes químicos de la planta también con alto poder antioxidante).

«El té tiene hasta 100 veces más de vitamina C que un alimento, y 25 veces más de vitamina E», explica Jorge Cruz, lo que da idea de ese gran potencial.

La reducción de grasa y la quema de más calorías para un mismo ejercicio son algunas de las acciones del té verde frente al síndrome metabólico.

Este síndrome, definido por la Sociedad Española de Cardiología como un «cúmulo de factores de riesgo cardiovascular que suelen presentarse juntos», como la hipertensión arterial, la dislipemia (colesterol alto), la diabetes y la obesidad, es uno de los que se beneficia de los efectos terapéuticos del té verde.

«Sus propiedades hipolimpiantes reducen la grasa en la sangre. Y, además, puede favorecer la pérdida de peso porque estimula el metabolismo. También tiene efectos antioxidantes, que luchan contra las enfermedades cardiovasculares, y es un poco diurético», señala Jorge Cruz.

El médico explica que «el efecto del té puede ser preventivo, y como factor adyuvante a la medicación» que tome el paciente. Las investigaciones realizadas hasta ahora vinculan el poder de los antioxidantes del té verde a la prevención de las enfermedades cardiovasculares, y también del cáncer.

«En Japón se realizó un estudio con 14.000 personas y se comprobó que aquellas que tomaban una taza diaria de infusión de té verde reducían más el nivel de colesterol en sangre. Pero tiene que ser la toma de varias tazas al día, más de una en cualquier caso», afirma el médico.

Al mismo tiempo, por las sustancias estimulantes que contiene, de base xántica, produce un efecto tónico, «más suave que el café y más prolongado en el tiempo. Esto hace que, unido a la actividad antioxidante de los polifenoles, el organismo esté más activo y se prevengan las enfermedades neurodegenerativas».

Fuente: La Provincia

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