«El paradigma del maltrato médico que todo malestar o dolor es por fibromialgia y fatiga crónica. Es verdad que hay 23 causas biológicas que provocan dolor crónico, pero en lugar de tener esto en cuenta, se prescriben siete psicofármacos cuando sólo con replantear un mejor diagnóstico se llegaría a un mejor tratamiento. A cualquier mujer que en nuestro país se le diagnostica fibromialgia o fatiga crónica se le deja sin ninguna alternativa, mientras que la causa puede ser biológica o estar originada por la doble jornada o el papel de cuidadoras».

Así de contundente se mostró la endocrinóloga Carme Valls-Lorret que reconoció que el 90% de las mujeres diagnosticadas con fibromialgia son tratadas con más de siete psicofármacos diario – convirtiendo así esta enfermedad en psiquiatrica- y que a muchas mujeres con niveles de ferritina muy bajos (75% de las que trabajan a destajo) en vez de tratarles la anemia se les diagnostica fatiga crónica cuando el nivel de ferritina sérico bajo es una prueba de la existencia de anemia por déficit de hierro. Este problema de los malos diagnósticos para sacarse a las mujeres de encima es algo que conocemos muy bien las afectadas por endometriosis.

Carme Valls-Lloret, autora de «Mujeres invisibles», reclamó una ciencia diferente porque la actual tiene riesgos. En su opinión, los estereotipos en la investigación biomédica han llevado a suponer que los riesgos en hombres y mujeres son iguales o a considerar que hay diferencias biológicas cuando hay similitudes. Y, algo todavía más grave, se ha invisibilizado la queja y los síntomas de las mujeres y medicalizado la patología femenina cuando acuden a la sanidad pública con enfermedades como la fibromialgia y la fatiga crónica.»Las demandas y quejas de las mujeres en un 25% de los casos se consideran psicosomáticas y las quejas masculinas, sea cual sea la demanda, son consideradas más serias. En cambio, sabemos que dentro de la salud mental hay muchas encrucijadas. Que la carencia de hierro aumenta la ansiedad o que las carencias de tiroxina aumentan la depresión. Y sabemos que también provocan problemas de salud mental el rol de cuidadora, la discriminación laboral y social, además de la historia personal». Una de las grandes injusticias que se están cometiendo con las mujeres hoy en día, es darles tratamientos psiquiátricos cuando tienen dolor.

Por el contrario, la sanidad pública lo «soluciona», según la doctora Valls-Lloret, recetando a las mujeres psicofármacos «para hacerlas callar». Así, es mucho más probable que, en primera consulta, a las mujeres se les administre psicofármacos sin diagnóstico, siendo los medicamentos más prescritos en España. El dato relativo a Cataluña es revelador: anualmente se gastan del orden de 260 millones de euros en psicofármacos que en el 85% de los casos consumen mujeres. Una auténtica vergüenza que debería ser analizada y corregida.

Estereotipos de género

Hasta hace muy poco años la ciencia médica ha pasado por alto que hay patologías, factores de riesgo y motivos de consulta que, en el caso de las mujeres, merecen una atención terapéutica diferente. Fibromialgia y fatiga crónica está demostrado que la sufren más las mujeres que los hombres.

A este respecto Valls-Lloret señaló que «en todos los estudios de patología coronaria realizados hasta 1990 sólo había varones, por lo que es difícil saber que en la mujer el infarto de miocardio cursa con sensación de mareo y dolor en el esternón que se extiende a las mandíbulas. Diez años después, los ensayos clínicos para estudiar la mortalidad cardiovascular incluyen un 24,6% de mujeres y sólo en 17 trabajos, como riesgo de patología cardiovascular, se tiene en cuenta si la mujer tiene doble jornada o hijos» Todo esto sigue ocurriendo a pesar de que algunos centros de investigación internacionales hayan exigido, hace más de quince años, que los ensayos clínicos incluyan a mujeres y especifiquen las diferencias de género. Si no se hace se está cometiendo una injusticia.

El hecho de que no se estudien distintas patologías en mujeres lleva a falsas creencias como, por ejemplo, que las mujeres están protegidas por sus hormonas del infarto de miocardio, cuando en realidad la mortalidad en mujeres, después del infarto, (68%) duplica la de los hombres (33%). Una forma más para justificar la poca investigación con pacientes del género femenino.

Así, es un hecho constatado que a igualdad de patología coronaria las mujeres no reciben el mismo tratamiento médico y quirúrgico. «Las exploraciones y pruebas de esfuerzo por cateterismo, tras sufrir un infarto, son menos en las mujeres que llegan al hospital de dos a cinco horas más tarde que los hombres. Y solo el 30% de mujeres afectadas realiza rehabilitación post-infarto, frente al 87% de hombres. Ellos alegan que tienen que cuidar a la familia y no van a rehabilitación». Una forma más de desigualdad.

Además, tal y como recordó la doctora Vallas-Lloret, existe una morbilidad invisible derivada de la biología diferencial como las anemias y ferropenias muy frecuentes y que, muchas veces, tienen su origen en menstruaciones muy abundantes. «La aparición de la menstruación causa muchos problemas de calidad de vida. Los ciclos pueden ser abundantes, cortos, con síndrome premenstrual, mama fibroquística, endometriosis… Y esos trastornos se obvian dando anticonceptivos hormonales sin tratar las causas, con lo que se provocan más anemias, deficiencias de hierro o descalcificaciones. Pero la endometriosis, por ejemplo, está aumentando por efecto de las dioxinas medioambientales».

(Artículo publicado en Emakunde Nº 73)

Fuente: SieteSemanal

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