La laparoscopia es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva para las pacientes. Es una de las intervenciones más habituales en cirugía ginecológica. En el caso de las mujeres afectadas por endometriosis, es la técnica más frecuente para extirpar los quistes que se forman en esta enfermedad y que son los causantes principales del dolor menstrual que se padece cada mes.
La técnica consiste en inyectar el gas dióxido de carbono para elevar la pared abdominal, de esta forma se crea un mayor espacio para que el cirujano pueda trabajar. Esto facilita al especialista una mejor visión para poder trabajar con los órganos. Una vez hinchada la cavidad abdominal se inserta un laparoscopio, un pequeño tubo que incorpora una diminuta cama de televisión en su extremo. Des esta forma se pueden examinar los órganos de la pelvis y el abdomen. Es posible que se también se necesiten pequeñas incisiones adicionales.
Las principales ventajas de la laparoscopia para las pacientes son que las pequeñas incisiones realizadas no provocan dolor, solo dejan una cicatrices muy pequeñas y generan muchas menos adherencias postoperatorias.
La recuperaciones tras una laparoscopia son mucho más rápidas que en el caso de la laparotomía. En muchas de las intervenciones realizadas con cirugía laparoscópica ginecológica la paciente sale del hospital con el alta el mismo día en el que se realiza la operación.
También se utiliza este procedimiento quirúrgico prácticamente cualquier intervención de cirugía ginecológica de todos los tipos, siendo la elección principal si no hay ningún tipo de impedimento para ello.